lunes, 7 de octubre de 2013

7 X 2013 día mundial de la Arquitectura: un homenaje a Javier Carvajal

La UIA estableció el día mundial de la arquitectura el primer lunes de octubre. Este año fuimos testigos de la desaparición de uno de quien fue uno de los principales arquitectos de España: Javier Carvajal Ferrer, que lo fue no solo por su obra construida sino también -si no más- por la larga lista de discípulos a los que formó, forjando una de las generaciones más importantes de profesionales en la historia de la arquitectura española.

Tuvo el Consejo Superior de Arquitectos de España CSCAE la lucidez y acierto de entregarle la Medalla de Oro de la Arquitectura Española pocos meses antes de su fallecimiento. La ceremonia, que tuvo lugar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue especialmente emocionante dado el estado de salud del homenajeado a quien la enfermedad le impidió asistir y gracias también a Alberto Campo Baeza, quien presentó al premiado con un sentido discurso. 

A modo de homenaje en tan señalado día, reproducimos las palabras que  dirigió su hijo, Javier Carvajal García-Valdecasas, a los asistentes al recoger la Medalla en nombre de su padre.



Ilustrísimo Sr. Subsecretario de Estado. Ilustrísimo Señor Presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. Excelentísimo Señor Director. Señoras y Señores del Jurado que han concedido la Medalla de Oro, Excelentísimos Señoras y Señores Académicos, señoras y señores.

Como de todos es conocido, quien debiera acompañarles en tal día como hoy,por causas ajenas a su voluntad no puede hacerlo. Ese y ningún otro, es mi mérito para estar hablándoles hoy a todos ustedes, acompañado por mi hermana Mercedes y su hijo Juan. 

Por esta razón seré breve.

Gracias. Muchas gracias en nombre de mi padre, Javier Carvajal. Al Consejo Superior y a todas y cada una de las personas que han hecho posible esta Medalla de Oro. A él le habría encantado estar hoy aquí, por lo que significa el reconocimiento que sus compañeros, por medio de su Consejo Superior, han querido hacerle y por el cariño que dicho reconocimiento y la presencia de todos ustedes hoy aquí demuestran hacia su persona y su obra.

Javier Carvajal ha sido, y en algún lugar de su mente sigue siendo hoy, un gran arquitecto con un grandísimo amor por España. Por eso, sé que esta Medalla de Oro de los arquitectos de España habría sido motivo inmenso de satisfacción para él.

Catalán y sobre todo español, que nacido y criado en Barcelona, estudió y vivió en Madrid y proyectó y construyó en toda España y más allá de nuestras fronteras. Desde su querida Barcelona, pasando por Castilla, Galicia, Navarra, Levante, País Vasco, Madrid o Andalucía o en otros lugares a los que le llevó su impulso y, luego también su exilio interior, como fueron Roma, Nueva York, Riad, Santiago de Chile, París o Varsovia, por citar sólo algunos ejemplos.

Su vida ha sido una vida de entrega a su gran pasión: la Arquitectura. Ni soy arquitecto ni pretendo saber nada de arquitectura, pero en nuestra familia tuvimos el privilegio de ser testigos de excepción de su compromiso, de su voluntad de servicio y tuvimos la suerte de emocionarnos no sólo con su testimonio sino también con la experiencia y la vivencia de su arquitectura.

Este mismo fin de semana visitaba la capilla de la residencia de la Sagrada Familia en Puerta de Hierro. Otra vez me emocionaba y me recogía en su obra hecha al servicio de los hombres, en una búsqueda gratuita de generar y entregar belleza. De dar liebre por gato, que diría él.

Sobre la doble vertiente, la de arquitecto y la de maestro que menciona el jurado en su acta otorgando la medalla, quién mejor que el propio Javier Carvajal para hablarles de su visión tanto de la arquitectura como de su labor docente. Por eso traigo aquí unas palabras suyas:

Hablando de Arquitectura, decía Javier Carvajal: 

Belleza expresiva sin eficacia de uso: eso es arte; eficacia de uso sin eficacia expresiva: eso es ingeniería; eficacia más expresión: eso es Arquitectura. Siempre he entendido que la Arquitectura no puede separarse de la voluntad de servicio. Servir dando eficacia, servir dando emoción y belleza. La Arquitectura es, en su sentido más profundo, eficacia significante.

Podríamos hablar de una construcción que, so pretexto de Arquitectura, se inscribe en el capítulo del arte por ser bella, pero que, al faltarle la razón de necesidad, deja de ser Arquitectura. La razón básica del ser de la Arquitectura es para mí la voluntad de servir a los hombres, dando solución a sus problemas de espacio. Desde que salió de las cavernas, el hombre ha necesitado espacios para la vida. El primer espacio creado por él fue tan sólo espacio de uso, una mera resolución constructiva. Luego, a la necesidad añadió la significación por medio de la emoción y la belleza, y en ese momento nació la Arquitectura.

La Arquitectura debe entenderse por eso como respuesta a necesidades materiales (que configuran su eficacia de uso); pero también a la emoción y a la belleza, que le confieren su condición significante. Cualquier planteamiento que disocie la teoría de la realidad, lo pánico y lo angélico, y que no tenga como centro al hombre total que vive de sueños y realidades, de certezas y misterio, no es propio de la Arquitectura, que siempre ha contemplado el hombre completo, configurando para él los espacios.

El hombre total, al que la Arquitectura siempre ha querido servir, es personal y social a la vez, se siente reclamado por fuerzas en tensión, vive en medio de certezas y de misterios, de libertad y de rigor, de igualdades y diferencias, de entidad unitaria y de complejidades plurales; entre la tensión del espacio y del tiempo, entre el yo individual y su circunstancia globalizadora.

Y sobre su labor docente afirmaba:

A título personal, puedo decir que mi actividad de profesor ha sido y sigue siendo una de las más gratificantes de mi vida, y tal vez, la única de la cual me siento ciertamente orgulloso. Orgulloso por haber "contagiado" mi propia vocación de arquitecto a no pocos de mis mejores alumnos, que hoy se cuentan entre los mejores arquitectos de España. El brillo en la mirada que se descubre en los alumnos, cuando nuestras palabras les han abierto puertas, o les han ofrecido perspectivas de nuevos caminos, no se puede pagar con nada.

Así lo expresaba Javier Carvajal en una entrevista que le realizó Ignacio Vicens en 1998 en la Nueva Revista.

No quisiera dejar pasar esta oportunidad sin expresar un agradecimiento muy sentido, en primer lugar, a las instituciones y a los amigos (que fueron eso, mucho más que meros clientes) quienes confiaron en él para la ejecución de sus proyectos. Como siempre he oído decir a mi padre, “no hay buena Arquitectura, sin un buen arquitecto pero tampoco sin un buen cliente”.

En segundo lugar, a sus discípulos y amigos, en especial aunque no exclusivamente, a los de la Escuela de Madrid y de Navarra, que le han honrado con su cariño y aprecio y han seguido su labor de servicio a través de la Arquitectura, incluso en muchas ocasiones colaborando con él en su Estudio.

Son tantos los nombres que por no incurrir en la injusticia de la omisión involuntaria no me atrevo a nombrarlos uno a uno, aunque muchos de ellos están hoy aquí con nosotros.

Por último, quiero agradecer especialmente a quienes han concedido esta Medalla de Oro a una persona que, fuera del mundo ya, sólo espera el retorno a la casa del Padre, fuente y origen de toda la Belleza.

El hecho de que se le venga a reconocer precisamente ahora, cuando ya no está en situación ni siquiera de agradecerlo, tiene la grandeza de las cosas gratuitas. De las cosas hechas por aquellos que no pueden hacer nada por quien las hace. Y eso tiene un inmenso valor.

Es muestra, además, de que el cariño y reconocimiento de los que te aprecian siempre tiene más peso, más fuerza y más permanencia que cualquier posición contraria.

Por eso, y a pesar de la tristeza que siento porque no pueda estar aquí con nosotros quien debiera recoger esta Medalla de Oro, hoy es un día de gran alegría y es un día de agradecimiento. En nombre de mi padre, orgulloso como hijo suyo y muy consciente de sus méritos, les doy emocionado y de todo corazón las gracias.

Muchas gracias.